Te regalé un ser como mi amor
moribundo.
Como la paciencia con la que te escribí las sístoles más veloces
de espacio.
Su sangre dolía en silencio alimentando tu diafragma hinchado por hombre.
Si hubieran sido flores de plástico
si hubieran
no abrían.
Perdóname si no di tiempo a que se marchitaran,
eran ellas o yo
y me lo pedían mis huesos tras el duelo que mantuve con el eco de mis entrañas de instinto carnívoro y conciencia animal.
Quería comerte vivo
no sé si de odio o de amor.
Reforestación.